Yeshua le dijo a su pueblo Israel que habían creído en él y que le oían: Si vosotros permaneciereis en mi palabra (en su entendimiento, consejos para ser aprobado por Yehovah), seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.
Recuerden que Yeshua fue el vocero de Dios. (Isaías 41:27).
He aquí que mi siervo (Yeshua) se conducirá con sabiduría, será levantado, exaltado y muy engrandecido. (Isaías 52:13).
He aquí mi siervo, yo le sostendré; mi escogido en quien mi alma tiene contentamiento. He puesto sobre Él mi Espíritu, Él traerá juicio a las naciones. (Isaías 42:1). Conforme a la verdad traerá la justicia. (Isaías 42:3).
Si alguien reconoce que Yeshua es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios. (1 Juan 4:15).
De hecho, en ningún otro hay salvación, porque no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres mediante el cual podamos ser salvos. (Hechos 4:12).
Así manifestó Dios su amor entre nosotros: en que envió a su Hijo unigénito al mundo para que vivamos por medio de él. (1 Juan 4:9). Solo Yeshua entre todos los hombres tenía el mensaje de vida eterna en ese entonces, y fue quién transmitió la verdad por mandato del mismo Dios, para rescatar a su pueblo y que así pudieran ser redimidos para siempre a través del Hijo de Dios, y no por medio de ningún otro hombre.
Porque hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres, el Ungido de Dios hecho hombre. (1 Timoteo 2:5).
Y lleven una vida de amor, así como Yeshua nos amó y se entregó por nosotros como ofrenda y sacrificio fragante para Dios. (Efesios 5:2).
Yo les doy vida eterna, y nunca perecerán, ni nadie podrá arrebatármelas de la mano. Mi Padre, que me las ha dado, es más grande que todos; y de la mano del Padre nadie las puede arrebatar. El Padre y yo somos uno. (Juan 10:28-30). Yeshua estaba en unión con el Padre, sin crear otra enseñanza o fundamento nuevo, porque la Torah o la ley es la instrucción que se basa en la personalidad de Dios, y es el Verbo que transmite la Torah del Creador, conforme a la verdad.
Hebreos 13:8 Yeshua el Ungido, el mismo ayer y hoy y hacia dentro a las edades. (Los días postreros, Traducción de la interlineal).
Israel en la época de Yeshua estaban siendo adoctrinados con legalismos de hombres, y esos hombres se hacían pasar por hombres respaldados por Dios o hombres de Dios, pero su hijo Yeshua dio a entender muy claramente que no era así, ellos más bien se oponían a la verdad, a lo que el Padre había indicado que hicieran. Añadían a la ley de Dios más normas o leyes, poniendo cargas pesadas a los hombres.
Hoy en día es igual en Israel y en el mundo a través de las distintas religiones existente, que tuercen la verdad, y la enseñan según su doctrina, desviándose de lo que el mismo Dios ha transmitido a través de las Sagradas Escrituras y de su hijo, el enviado. Por eso, no se puede ser libre, unos no creyendo que Yeshua es el Mesías y otros aboliendo la ley del mismo Dios, por falta de conocimiento.
La Torah es muy clara. Levítico 24:22: Habrá una misma ley para vosotros; será tanto para el extranjero (gentil no judío) como para el nativo o natural (judío); porque yo soy Adonaí vuestro Dios.
Obviamente, Dios no ha cambiado, sigue siendo el mismo y no comparte su gloria con nadie, pero el hombre tiene la tendencia, siempre de desviarse.
Desde que el primer hombre pecó, la relación del hombre con Yehovah ya no ha sido la misma, porque entró en el hombre lo que Yehovah tanto aborrece "El pecado" a causa de la desobediencia.
Cuando Yehovah perdió su relación con el primer hombre, todo ha sido problemas y dificultades, el hombre le encanta dominar, oprimir, ser egoísta y muchas veces no tiene límite para poder obtener lo que le interesa.
Miqueas 6:8 :¡Ya se te ha declarado lo que es bueno!. Ya se te ha dicho lo que de ti espera el Adonaí Dios: Practicar la justicia, amar la misericordia, y humillarte ante tu Dios.
¿Qué significa humillarte?, significa ser fiel, teniendo un comportamiento sin exaltación propia, reconocer que necesitas de Dios y que conoces tu condición de pecador.
No se puede servir a dos señores, al Dios verdadero o a las religiones, porque no se someten al creador. Porque nadie puede vivir apartados del Dios de Israel, El Dios que se le revelo a un pueblo transmitiéndole sus estatutos y su verdad.
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